A pesar del tsunami de cuestionamientos que viene recibiendo el proyecto desde hace varios días por la comunidad marplatense, el oficialismo buscará este jueves aprobar en una nueva sesión del Concejo Deliberante la excepción para construir una controvertida torre de 35 pisos en Alem y Gascón.
Desde la oposición denuncian que se trata de “un verdadero dislate urbanístico” porque “allí donde se permite construir siete metros se van a construir 130”.
En el proyecto, promovido por la firma Paisajes Urbanos MDP de Florencia Miconi, se otorga excepciones para llevar adelante una propuesta que abarca la preservación, puesta en valor y refuncionalización del chalet de María Frers de Mahn, declarado de interés patrimonial, y de dos inmuebles con valores patrimoniales aún sin declarar que forman parte de un conjunto del ingeniero Alula Baldassarini.
Durante la pasada semana en la reunión de la comisión de Obras, el bloque de concejales de la UCR propuso un artículo para que, en compensación por los metros que construirá por encima de lo establecido en el Código de Ordenamiento Territorial, la empresa de Miconi ejecute obras de puesta en valor de la Rambla, en jurisdicción provincial.
Sin embargo, desde el gobierno de Axel Kicillof rechazaron la compensación y afirmaron que la obra de la Rambla será llevada adelante mediante una nueva licitación por la Provincia. Mientras tanto, crece el repudio de los marplatenses ante el millonario negocio inmobiliario.
A continuación, se publica una Carta Abierta de los vecinos del barrio Stella Maris a los concejales y a Florencia Miconi.
BASTA DE MOLES DE CEMENTO QUE ROMPEN CON LA ARMONÍA DEL ENTORNO
Hacia 1900 muchas familias aristocráticas de la sociedad argentina, cautivadas por los paisajes, eligieron Mar del Plata como destino para pasar los meses de verano. Se instalaron en esta zona por su disposición geográfica y topográfica de privilegio, una loma elevada a 44 metros del mar. Y empezaron a construir sus viviendas a imagen y semejanza de los balnearios europeos. La historia, el arte y la naturaleza, se respiran a cada paso… no se trata sólo de ver, sino de sentir al caminar por estas calles.
El corazón del barrio Stella Maris, es un espacio donde el tiempo parece haberse detenido. El sonido de los pájaros, los árboles, las plantas, inmensas casonas, cada una con su estilo único. Sus piedras talladas, arcos elegantes y vigas de madera, traen consigo las huellas de una época donde el detalle y la calidad eran prioritarios.
En la cuadra de Alem y Falucho sobreviven varias casonas de estilo. Es llamativo verlas una al lado de la otra. No hay construcciones modernas que interfieran, ni las encajonen. Se distingue el uso de la piedra cuarcita, popularmente conocida como Piedra Mar del Plata, los techos de tejas, balcones, los distintos niveles y la disposición sobre el terreno que deja lugar a sus inmensos jardines. Reflejo del rico pasado que conforma la historia de nuestro país.
Los vecinos estamos en contra de este proyecto que arrebata nuestra identidad. Ya son demasiadas las excepciones que se han hecho pero no les alcanza, ¡quieren seguir quitándole el carácter distintivo a nuestra ciudad!
Estos son tan sólo algunos de los efectos adversos:
-Pérdida del patrimonio cultural: Se elimina un legado arquitectónico y cultural irremplazable, afectando la identidad de la ciudad.
-Contaminación visual: Las torres desentonan con el paisaje, rompen la armonía visual de un barrio tradicional.
-Destrucción de espacios verdes: Los jardines y árboles que rodean las casas patrimoniales son eliminados, afectando el medio ambiente y reduciendo la calidad de vida.
-Aumento de la densidad poblacional: La construcción de torres incrementa la cantidad de residentes en un área que no está diseñada para soportar tal densidad, generando problemas de infraestructura, tráfico y servicios.
-Impacto en la calidad de vida: Las nuevas torres generarían mayor ruido, congestión vehicular y alteraciones en la tranquilidad del barrio.
-Sombra y pérdida de luz natural: Las torres proyectan sombras sobre las viviendas circundantes, disminuyendo la luz natural y afectando la habitabilidad del entorno. Esos vecinos luego también querrán vender sus propiedades y es probable que sean utilizados esos espacios para otras inversiones inmobiliarias.
-Alteración de los vientos: Las torres de gran altura modifican el flujo natural de los vientos en el área. Este fenómeno, conocido como el «efecto túnel», genera ráfagas más fuertes y concentradas a nivel del suelo en las zonas cercanas a las torres
-Desvalorización del entorno: La presencia de grandes edificios en barrios históricos devalúa las propiedades y afecta el carácter residencial, desplazando a los vecinos originales.
-Precedente peligroso: Permitir la construcción por excepción abre la puerta a futuras violaciones de las normativas de protección patrimonial.
-Impacto negativo en el turismo: Las casas patrimoniales y los barrios históricos son atractivos turísticos clave en muchas ciudades, ya que ofrecen una conexión con la historia y la identidad local. Al demoler estas casas y cambiar drásticamente el entorno, Mar del Plata podría perder parte de su encanto único, reduciendo su atractivo para los turistas que buscan experiencias culturales y arquitectónicas auténticas. Además, el barrio es visitado por su ambiente y belleza, que serían alterados al introducir torres modernas.
Esta decisión, será irreversible, el futuro de la ciudad depende de ustedes. Los vecinos los invitamos a caminar por el barrio y contemplar / sentir lo que no se puede transmitir en palabras, en estas casas y en la naturaleza que las rodea se encuentra parte del alma de nuestra ciudad, les pedimos que con una mano en el corazón, piensen bien esta decisión que afectará para siempre a Mar del Plata.
Basta de moles de cemento que rompen con la armonía del entorno. Tomemos como ejemplo las grandes ciudades europeas que aplican normativas que limitan la altura de las construcciones en sectores históricos para mantener el carácter tradicional y proteger el patrimonio.
Si desean generar más puestos de trabajo o inversiones, pueden hacerlo en otros puntos de la ciudad menos densos, sin afectar nuestra identidad cultural e impulsando el crecimiento económico junto con la expansión de la ciudad.
Respetemos lo que hace única a nuestra ciudad.
Proteger nuestras casas patrimoniales no es un obstáculo para el progreso, sino una oportunidad de demostrar que el crecimiento urbano puede ser sostenible y consciente del pasado. Si otras ciudades en el mundo lo han logrado, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?